Un fuerte silbido de viento fue el preámbulo de la tragedia que se originó en la mina de La Concha, en Sabinas, Coahuila, el miércoles pasado. Tras esto, el agua comenzó a llenar el pozo en el que se encontraban al menos 15 trabajadores. Cinco pudieron salir, pero 10 de ellos no lograron hacerlo debido al agua que les cerró el paso.
Desde entonces, las labores de las autoridades se han centrado en acabar con el mayor enemigo en este punto: el líquido que llegó a los 34 metros de profundidad en la zona. Desde que se comenzó a atender la emergencia hasta el momento se ha logrado reducir esta profundidad nueve metros.
La esperanza en la zona continúa, pues los trabajos para llegar hasta los mineros no han cesado ni un minuto e incluso se está creando un pozo nuevo para colocar ahí otra bomba de extracción. Con esto se pretende introducir buzos para así sacar a las víctimas.
Los familiares han participado en misas, rezos y reclamos a las autoridades para que la situación no termine en tragedia. El gobernador Miguel Riquelme aseguró que no dirá nada que pueda "trastocar a la gente", mientras que el presidente Andrés Manuel López Obrador se plantea la posibilidad de acudir hasta este punto para hablar con los habitantes.
A más 96 horas de que sucedió este siniestro, hay una duda que comienza a gestarse en la población: ¿es aún posible rescatar con vida a los mineros? La respuesta es compleja, pero en estas condiciones tiende a ser afirmativa. Si bien el primer día es determinante en este tipo de acciones, hay varios casos de éxito.
La mina de 600 metros en China
En enero de 2021 los pronósticos de salvar a un grupo de trabajadores de China que habían quedado atrapados en una mina de oro eran pocos. Los hombres había sido sepultados a casi 600 metros debajo de la tierra después de una explosión. Si no los había puesto en riesgo la carga de rocas y arena; sí lo hacía la falta de oxígenos y las lesiones causadas por el fuego o algún golpe.
Fueron 22 los que se vieron inmersos en este accidente y 11 los que lograron salir del lugar, pese a que pasaron dos semanas en las que no podían hacer nada más que esperar.
Las imágenes llenaron de esperanza a las personas de la nación asiática, quienes vieron a través de la señal de televisión cómo eran sacados los mineros con los ojos tapados para evitar la luz del sol y después cubiertos con abrigos para evitar cualquier cuadro de hipotermia.
En ese caso la negligencia de la empresa ocasionó que no se comenzara con el rescate hasta 30 horas después de que había ocurrido. Por si fuera poco, la estructura de la mina, así como problemas en el subsuelo ocasionaron que estas acciones se vieran complicadas.
Gracias al primer conducto que se abrió para llegar hasta ellos y que fue insuficiente para liberarlos, se pudo ofrecerles alimentos, líquidos y teléfonos para poder comunicarse. Gracias a esto pudieron mantenerse con vida hasta que se perforaron otros caminos que permitieron sacarlos a la superficie.