El presidente estadounidense Donald Trump afirmó que ha visto evidencia que vincula al COVID-19 con el Instituto de Virología Wuhan, pese a que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos concluyó que el nuevo coronavirus no fue creado por el hombre ni modificado genéticamente.
Trump señaló el jueves que China podría haber contenido el coronavirus pero prefirió dejar que se propagara, tras asegurar haber visto pruebas que muestran que el patógeno se originó en un laboratorio de la ciudad de Wuhan, contradiciendo a la Dirección de Inteligencia que horas antes había rechazado un supuesto origen artificial.
“Podrían haberlo parado, ellos (China) son una nación muy brillante, científicamente y en otras cosas. Se escapó, digamos eso, y ellos podrían habérselo guardado, podrían haberlo parado, pero no lo hicieron”, dijo Trump a los periodistas en la Casa Blanca, sin especificar a qué tipo de prueba se refiere.
Horas antes, el director de la oficina de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Richard Grenell, descartó que el nuevo coronavirus sea una creación artificial.
“La comunidad de Inteligencia coincide con el amplio consenso científico de que el virus COVID-19 no es ni artificial ni genéticamente modificado”, destacó el jefe de la agencia federal en un comunicado.
Agregó que “la comunidad de Inteligencia continuará examinando rigurosamente la información y los datos que emerjan para determinar si el brote (de coronavirus) comenzó a través del contacto con animales infectados o si fue resultado de un accidente en un laboratorio en Wuhan“, la ciudad china donde se originó la pandemia.
De acuerdo con el diario The New York Times, altos funcionarios de la administración Trump han presionado a las agencias de espionaje estadounidenses para que busquen evidencia que respalde una teoría sin fundamento de que un laboratorio del gobierno chino en Wuhan fue el origen del brote de coronavirus.
Fuentes anónimas citadas por el rotativo señalaron al secretario de Estado, Mike Pompeo, así como a Matthew Pottinger, asesor adjunto de Seguridad Nacional, quien reportó sobre los brotes del SARS-CoV-2 como periodista en China, y a Anthony Ruggiero, jefe de la oficina del Consejo de Seguridad Nacional, que rastrea armas de destrucción masiva.
El esfuerzo se produce -sostuvo The New York Times- cuando el presidente Trump intensifica una campaña pública para culpar a China de la pandemia de COVID-19, que ha infectado a más de un millón de personas en Estados Unidos, y causado más de 63 mil muertos.
Algunos analistas de inteligencia están preocupados de que la presión de los funcionarios de la administración distorsione las evaluaciones sobre el virus y que puedan usarse como un arma política en una batalla intensificada contra China.
ica