El trece de mayo pasado comenté en este espacio que, mediante el “Plan Claudia”, el presidente López Obrador, comandaba la sucesión dentro del Movimiento de la Cuarta Transformación para asegurar que hubiera continuidad con cambio en la persona de la exjefa de gobierno de la ciudad de México. La selección interna de Claudia Sheinbaum confirma que, cuando AMLO pareció dar señales de que era la favorita del obradorismo y su círculo cercano – esto sucedió en el 2021- arrancaron una serie de movimientos para que así fuera, lo que incluyó cuidar su imagen y posicionarla por encima de cualquier otro aspirante.
No fue gratuito que en transmisiones y programas del Sistema Público de Radiodifusión (canales 11, 14 y 21, que cuentan con informativos y programas de debate) se le protegiera de cualquier asomo de crítica y que personajes públicos, entre ellos gobernadores, legisladores y dirigentes del partido, apoyaran para amplificar la precampaña para tenerla arriba en todas las encuestas. Si algunos actos cometidos por servidores públicos o gobiernos morenistas cayeron en alguna ilegalidad corresponde a las autoridades electorales sancionarlos. La frase es tiempo de las mujeres se fue posicionando en el imaginario colectivo para que la perspectiva de género incida en la campaña próxima; ahora falta que, si triunfa, Sheinbaum corrija desdenes al feminismo y a otros sectores sociales, cuyas demandas no han sido incluidas en el actual régimen.
El proceso de encuestas, para ungirla como la Coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, que no estuvo exento de denuncias, malentendidos y amenazas de rompimiento, provenientes del equipo de Marcelo Ebrard, resuelve también una preocupación del grueso del movimiento que, aunque en su seno se manifestaran simpatías individuales por cualquiera de los seis, el relevo debía de recaer en quien garantizara la profundización del proyecto político y social iniciado por AMLO. Alguien que tenga en su poder las condiciones, herramientas y apoyos para alargar el proyecto de la 4T, mismo que asegure la gobernabilidad interna, respetabilidad del país, y mejores niveles de vida para la población.
Por su formación en el movimiento universitario, defendiendo en las calles la soberanía energética, con una vocación de izquierda y un perfil científico, la doctora Claudia no tiene deudas con los grupos que a la convocatoria de AMLO formaron Morena, ni tampoco el priismo y panismo embozado dentro de la 4T. Sheinbaum es obra químicamente pura del obradorismo, del presidente pues, desde que se incorporó a su gabinete como titular del Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de México; luego en la Delegación Tlalpan y en la Jefatura de Gobierno. Y de allí pal real, como se dice coloquialmente.
Es cierto que Adán Augusto López es mucho más cercano a AMLO o que Marcelo Ebrard ha demostrado eficiencia en cualquier cargo público. Sin embargo, su antecedente priista condenó a este último, no se diga a Ricardo Monreal o Manuel Velasco: el oportunismo puro. Al final, Gerardo Fernández Noroña resultó muy popular entre la gente que premia a quienes enfrentan cara a cara, como el legislador petista lo ha hecho, a la oposición conservadora. Esta actitud le valió meterse al tercer lugar de la encuesta sin gastar dinero en miles de espectaculares, bardas y acarreo, como sí lo hicieron Claudia y Adán Augusto, preferentemente, lo cual revela que el marketing político no lo es todo. Las y los candidatos no son mercancías que se pueden vender entre gente despolitizada; y tampoco es necesario tanto despilfarro en las campañas. La presencia moral y que los hechos hablen más que los discursos son garantía de éxito.
El presidente entregó el jueves el bastón de mando a Claudia del poderoso movimiento nacional; un simbolismo y guarda moral que se utiliza en los pueblos indígenas para que guíe con certeza a sus representados, cuidando que no regresen los corruptos y que no se olvide las consignas de no mentir, no robar y no traicionar. Me dio nostalgia recordar que, al iniciar el sexenio, junto con el indígena mixteco, Longino Hernández, la fallecida Carmen Santiago Alonso le entregó la vara de mando a López Obrador y éste le cumplió con un decreto que declara el derecho de pueblos y comunidades indígenas a administrar, de manera sustentable, de las aguas que tienen en su territorio de los Valles Centrales.
Con el relevo político el presidente cierra un ciclo de 33 años de liderazgo moral, político e ideológico, dejando una enorme herencia a sus sucesores para superar, entre otros avances: los ocho millones de personas que en este sexenio han abandonado su condición de pobreza. Es su mejor legado.
@ernestoreyes14